6 señales de que tu perfil huele a currículum muerto y cómo revivirlo.
Estás perdiendo clientes por culpa de tu perfil de linkedin.
¿Sabes qué me flipa?
Que muchos emprendedores todavía piensen que el perfil de LinkedIn es como el DNI… una formalidad.
Algo que pones una vez y ya está.
Pues no, colega.
Tu perfil no es tu historial. Es tu escaparate.
Y si da pereza leerlo, da pereza contratarte.
Así que hoy te traigo 6 tiros rápidos para que revises tu perfil y veas si estás vendiendo… o espantando.
Vamos a sacarle brillo.
1. Título que parece puesto por el INEM
“Consultor de soluciones digitales para ecosistemas de alto impacto.”
¿Tú te crees que alguien busca eso?
Nadie pone eso en Google.
Y si alguien lo lee… tampoco lo entiende.
Di lo que haces en idioma humano.
→ Ayudo a coaches a llenar su agenda con clientes usando LinkedIn.
→ Diseño webs que venden mientras tú duermes.
Si no puedes explicarlo en una frase clara, no lo has entendido ni tú.
2. Hablas de ti como si fueras un robot motivado
“Apasionado por el crecimiento empresarial.”
“Proactivo, resolutivo y con dotes de liderazgo.”
Bro, eso no lo dice ni tu madre en tu cumpleaños.
Escribe como hablas.
→ “Me obsesiona que cada cliente que curro me recomiende sin pedírselo.”
→ “No me flipa el marketing. Me flipa cuando un cliente me dice ‘tío, lo hemos petado’.”
La autenticidad vende más que cualquier fórmula mágica.
3. No hay una historia, solo datos sueltos
Has trabajado en mil sitios, pero no se entiende tu camino.
¿Qué aprendiste? ¿Qué lograste? ¿Por qué eso importa hoy?
Narra. Conéctalo todo.
→ “Pasé de vender seguros a enseñar a otros a vender sin sonar como un seguro.”
→ “Curré en una agencia donde me explotaron… ahora ayudo a freelances a cobrar lo que valen.”
Si tu perfil no cuenta una historia, es solo un puzzle con piezas que no encajan.
4. No hay pruebas de lo que dices
“Experto en generar resultados.”
Vale, fenómeno… ¿cuáles?
Muestra.
→ “En 3 meses, pasamos de 4 leads por semana a 27.”
→ “Rediseñamos la web y facturaron 18k más el primer mes.”
Los resultados hacen que confíen. Las frases genéricas hacen que duden.
5. No publicas ni aunque te paguen
Un perfil sin publicaciones es como una tienda con las luces apagadas.
Estás, pero nadie entra.
Publica aunque no te lean.
Te están mirando. En silencio.
El día menos pensado te cae un mensaje y flipas.
No esperes al momento perfecto. El momento perfecto es cuando decides hacerlo.
6. Nadie se queda con ganas de escribirte
Tu perfil acaba y… nada. Cero chispa.
No hay CTA. No hay razón para hablar contigo.
Termina con algo que invite.
→ “Si tienes un proyecto serio, escríbeme. No muerdo.”
→ “Busco 3 marcas valientes que quieran romperlo este mes. ¿Eres tú?”
Tu perfil no debe ser un CV. Debe ser una invitación a la acción.
Mira, no necesitas una web de 3.000€.
Ni una agencia que te haga un rebranding místico.
Ni un funnel con más ramas que un árbol genealógico.
Solo necesitas un perfil que hable por ti.
Uno que diga:
“Eh, soy yo. Esto es lo que hago. Esto es lo que consigo. Y si encajamos, vamos a por todas.”
Así cerré yo mi primer contrato.
Y así han venido muchos más.