Te vas a callar… ¿y dejar que otro monte el próximo Netflix?
7 maneras de convertir tu cabreo en contenido que revienta mercados
Hay dos tipos de personas:
– Las que se comen una multa y se indignan en silencio.
– Y las que la convierten en una empresa de 150.000 millones.
Reed Hastings devolvió una peli tarde, le clavaron 40 pavos, y mientras mascaba la vergüenza, se preguntó si el problema era él… o el sistema.
Ahí nació Netflix.
Y tú, ¿cuántas buenas ideas estás dejando pudrirse en tus notas del móvil porque te da corte contarlas?
Hoy te voy a enseñar cómo coger esas rabias cotidianas, convertirlas en narrativas potentes y usarlas para construir marca, autoridad y negocio.
Sin lluvias de ideas. Sin MBA. Sin presentaciones interminables.
Vamos al lío:
1. La gente conecta con heridas, no con méritos.
Contar que te multaron por un despiste te hace humano. Contar cómo eso te llevó a construir algo, te hace poderoso.
¿Ejemplo? Hastings no dijo: “Tengo una visión disruptiva del futuro del consumo digital.”
Dijo: “Me sangraron 40 pavos por una cinta.”
Lo que te jodió ayer es lo que conecta hoy.
Escribe como si le contaras a un colega lo que te tocó los huevos… pero con estrategia.
2. Las grandes ideas no nacen con corbata.
Si estás esperando tener la estructura perfecta, el pitch limpio y el logo cuadrado… llegarás tarde.
Blockbuster se rió en la cara de Netflix porque no tenía “forma de negocio sólida”.
Hoy son un meme.
No mates tus ideas por falta de envoltorio.
Sácalas al mundo aunque estén feas. Ya se peinarán por el camino.
3. El contenido potente siempre tiene contexto emocional.
Nadie se identifica con “visión estratégica del mercado OTT”.
Pero todos hemos llegado tarde a algo. Todos hemos pagado por despistes.
Usa experiencias personales con las que la peña diga: “Hostia, a mí me pasó igual.”
Ese es el primer paso para que se queden a escucharte.
4. Si algo no tiene sentido… dilo.
Hastings se preguntó: ¿por qué demonios me cobran por devolver tarde una cinta?
Y de esa duda absurda salió una industria nueva.
Cuando algo no te cuadra, ráscalo. Es probable que debajo haya una oportunidad disfrazada de norma estúpida.
¿Ves una injusticia, una incoherencia o una fricción? Cuenta eso. A lo mejor no eres el único cabreado.
5. La gente no compra ideas. Compra visión.
Blockbuster no compró Netflix porque no entendió lo que estaba viendo.
Pensaban que era un videoclub con sobrecito.
No vieron la guerra del entretenimiento que se venía.
Cuando cuentes lo tuyo, no vendas lo que es. Vende lo que puede llegar a ser.
Haz que el otro vea el futuro contigo dentro.
6. El storytelling NO es decoración. Es estrategia.
No pongas una historia “para que quede bonito”.
Ponla porque despierta algo en el otro. Porque es la puerta de entrada a tu producto, tu servicio o tu forma de pensar.
Cada historia que cuentas debería empujar una idea que te interese posicionar.
No cuentes batallitas. Cuenta verdades útiles envueltas en carne.
7. Si no lo cuentas tú, lo contará otro (y peor).
Netflix lo petó no solo porque tuvo la idea. Sino porque la puso en marcha.
Y porque la contó. Mil veces. En entrevistas, en libros, en pitches.
La autoridad no se hereda. Se construye a base de repetir verdades incómodas hasta que parezcan obvias.
El primero que lo dice, gana. El que se lo calla… ve cómo otro se lo lleva puesto.
Cada vez que te callas una historia, un pensamiento, un cabreo o una idea… alguien como Reed Hastings está ahí fuera contando la suya.
Y llevándose los clientes que podrían ser tuyos.
¿Te ha removido esto?
Pásaselo al colega que aún está esperando a tener su idea “lista”.
Porque cuando la tenga lista, ya se la habrán quitado de las manos.